Por Dayanara Briones
Mientras estoy escribiendo esto hay dos cosas que inevitablemente se me vienen a la mente: por un lado, lo rápido que pasa el tiempo (parece que fue ayer que estaba haciendo mis maletas) y por otro, en lo afortunada que he sido por haber podido vivir una experiencia como esta. Portugal ha sido para mí un hermoso descubrimiento y mi experiencia de voluntariado fuente de mucho aprendizaje.
Hace poco menos de un año se me presentó la oportunidad de ser parte del European Solidarity Corps, más concretamente en el proyecto de voluntariado “Acting Local Changing Global” de la Cruz Vermelha Portuguesa, en la pequeña localidad de Cucujães, y sin duda alguna jamás me arrepentiré de haberme lanzado a la piscina con la decisión que tomé, porque gracias a ello pude colaborar con una entidad tan importante como Cruz Roja, conocer gente de una hermosa calidad humana, aprender idiomas, desarrollar y mejorar competencias y habilidades, así como viajar y conocer un país que para muchos es desconocido, pero que tiene tanto para ofrecer. Y puede que como toda experiencia tenga cosas buenas y otras no tan buenas, pero al final del día, cuando hago el balance de todo en general, soy incapaz de encontrar algo negativo.
Mi voluntariado duró aproximadamente 7 meses, y durante todo ese tiempo tuve la oportunidad de ser parte de un equipo de trabajo maravilloso, personas que me enseñaron especialmente sobre trabajo en equipo, amabilidad, calidez humana, constancia, esfuerzo, bienestar laboral, creatividad, empatía, familia, amistad, diversidad, valentía, actitud positiva, y otros muchos conceptos que al día de hoy valoro más que nunca en las personas que voy conociendo. No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy con la forma en que todos ellos me acogieron desde el primer momento, especialmente mi coordinadora y supervisora Madalena y mi coordinadora Susana. Ambas, junto con mi mentora Vânia, fueron más que un apoyo.
Fueron compañeras y amigas durante todos estos meses, y eso para mí es algo que no tiene precio. Cuando trabajas con personas así, sonreír y tener buena energía cada día se hace mucho más fácil. Así que gracias, gracias y gracias, sois maravillosas.
Ahora bien, como sé que tiendo a explayarme cuando me expreso, intentaré resumir en varios puntos por qué creo que hacer voluntariado con los programas de movilidad europeo es tan importante para la juventud actual, y por qué no os arrepentiréis si decidís lanzaros al agua como hice yo.
1. Idiomas: Antes de esta experiencia mi capacidad de expresarme en inglés era nula. Puede que tuviese nociones y alguna base del idioma, pero el miedo a equivocarme impedía que pudiese decir cualquier cosa más allá de “Hi”, así que yo soy la más sorprendida y orgullosa de que tras pasar 7 meses rodeada de personas de diferentes países hablando inglés, al día de hoy mi mejora en el idioma sea tan evidente. Fue sin duda uno de los mayores desafíos a los que me tuve que enfrentar, no obstante la necesidad hace que te esfuerces el doble, por lo que pasé de no hablar nada, a poderme comunicar con personas de hasta más de 10 nacionalidades diferentes. Increíble, ¿no? Así que sí, hacer voluntariado en este tipo de programas ayuda mucho para aprender nuevos idiomas.
2. Viajar: Otra cosa que te permite esta experiencia es viajar, conocer muchos sitios increíbles. A causa de la pandemia mis oportunidades para hacerlo se redujeron bastante, sin embargo, conocí lo suficiente de Portugal para enamorarme completamente de este país. Viví momentos increíbles junto a personas increíbles mientras recorríamos algunos de los lugares más bonitos del norte y sur del país.
3. Conocer gente: Sin duda esta es una de las cosas que yo más disfruto siempre que viajo, pero cuando vives en otro país no solo conoces gente. Las disfrutas, las vives y las haces parte de tu vida. No voy a decir que la convivencia con personas de otros países y cultura siempre sea fácil, pero si tienes buena actitud y mentalidad abierta, vas a poder aprender tantísimo de todos/as. No hay palabras para describir mi conexión y cariño por ellos/as. Fui muy afortunada de haber conocido personas de tantos países diferentes y haber pasado momentos tan bonitos con cada una de ellas, pero sobre todo fui afortunada por haber encontrado en muchos de ellos/as amigos/as e incluso familia durante estos meses en los que fueron para mí un apoyo y una constante en mi vida. Mención especial a mis chic@s/compañer@s de piso, a los cuales quiero y echo tanto de menos.
4. Aprender y conocer sobre otras culturas: bendita amabilidad portuguesa, bendita comida y bendita alegría con la que viven las personas de este hermoso país. Hacer voluntariado te permite tener contacto directo con la gente local, lo cual es una gran oportunidad para conocer de primera mano sobre la cultura del país. Te abre los ojos y hace que veas las cosas desde otra perspectiva.
5. Desarrollo profesional y autoconcepto: gracias a esta experiencia he tenido la de conocer un poco más sobre la Cruz Roja y su manera de trabajar, especialmente a nivel local. Además me ha permitido desarrollar competencias transversales como trabajo en equipo, habilidades comunicativas, flexibilidad, creatividad, afrontamiento al estrés, etc. Creo que es la forma perfecta para que los jóvenes tengan un acercamiento al mundo laboral, ya que te permite mejorar muchas aptitudes y competencias que al día de hoy son claves para acceder y mantener cualquier puesto de trabajo, además de que te permite adquirir y mejor la confianza que muchas veces nos falta a la hora de buscar un lugar en el mercado laboral.
6. Desarrollo personal y autoestima. Habilidades sociales: sin duda es una de las cosas que más se trabajan, ya que vivir en un país diferente al tuyo, aprender un nuevo idioma, establecer un nuevo círculo social y adaptarte a un ritmo laboral y social que en ocasiones es muy diferente a lo que conoces, es sin duda un gran desafío. Así que es inevitable que al acabar el voluntariado no seas la misma persona que cuando empezaste. En mi opinión los cambios que sufrimos son siempre a mejor.
7. Primeras veces: buah, cómo expresar todo lo que viví en dos líneas. Es imposible, pero solo puedo decir que mi experiencia en Portugal solo me deja con ganas de seguir buscando otras oportunidades de voluntariado en el futuro, ya que me ha cambiado irremediablemente. De esta experiencia me llevo todo lo que aprendí sobre otros y sobre mí misma, la gente que conocí y con la que conviví, los lugares y los sabores que disfruté, las experiencias nuevas que me marcaron, y todos los desafíos a los que me enfrenté. Sin arrepentimientos, sin nada negativo que remarcar, para mí todos deberían experimentar esto aunque sea una vez en la vida.