Por Pablo Ortells
Este viaje para mí fue el tercer YH, realizado del 19 al 26 de marzo del 2025. Para mí fue especial, no solo por el destino sino porque pude ir con uno de mis amigos de toda la vida, el destino fue Sighisoara en Rumania. Nunca me hubiera planteado ir a Rumania, pero fue una experiencia excepcional.
Esta experiencia para mí ha sido enriquecedora a nivel personal y académico, porque he conocido a gente magnífica de otros países (República Checa, Rumania, Italia, Estonia, Alemania) con la cual hemos intercambiado conocimientos sobre la solidaridad, voluntariado y sociedad inclusiva.
Una anécdota del viaje, fue el largo camino que tuvimos que hacer para llegar al destino, el equipo español salió destino Sighisoara, en coche hacia Valencia para posteriormente coger un vuelo a Timisoara ciudad a 300 km en coche de Sighisoara, el equipo español cogió un tren que duró 8 horas hacía una escala en un pueblo perdido de la madre de dios. Ahí nos encontramos con una miembro del equipo de Alemania y en el segundo tren ya nos encontramos con la mayoría de gente que iba al proyecto. Bajamos de la estación, y fuimos hacia el hotel andando, estaba en una colina eran las 12 de la noche, estábamos reventados y mucha gente se fue a la habitación directamente y otros se fueron de marcha.
El primer día hicimos actividades de team building para romper el hielo. Gracias a los juegos en grupo, empezamos a conocernos, a confiar en los demás y a trabajar en equipo desde el primer momento.
El segundo día fue el turno del voluntariado. Participamos en una acción local y entendí el valor de ayudar sin esperar nada a cambio. Lo que más me marcó fue ver cómo pequeños gestos pueden generar un gran impacto en la comunidad.
El tercer día reflexionamos sobre la solidaridad. A través de debates y juegos, nos dimos cuenta de que, aunque venimos de países distintos, compartimos muchos valores. Fue bonito ver cómo la empatía nos unía.
El cuarto-quinto día trabajamos la inclusión. Hablamos de diversidad, de romper estereotipos y de la importancia de construir espacios donde todos podamos ser nosotros mismos. Escuchar historias reales me hizo abrir aún más los ojos.
El sexto día tuvimos la tarde libre para irnos a visitar cosas, unos fueron a visitar pueblos, otros hicieron una caminata a una colina.
El último día fue para compartir todo lo aprendido, evaluar la experiencia y despedirnos. Me fui con la sensación de haber crecido como persona, con nuev
as amistades y muchas ganas de seguir participando en proyectos así.
Durante los diferentes días del proyecto, fuimos conociendo a la gente y probando los distintos tipos de comida típicos de la zona, sin duda, estaban increíbles. Y el equipo español no defraudó con sus papas, fuet, turrones y la espectacular sangría.
También hicimos actividades en la ciudad y conocimos a los voluntarios de la organización AUM, incluso ellos nos invitaron de fiesta a su casa: un castillo a unos 15 del hotel.
Fue increíble.
GRACIAS A TODOS por esta semana en Sighisoara y ojalá poder volver a vernos.