Mi estancia en Ilêwasi ha sido de octubre a enero, solo puedo decir que se ha pasado volando.
Me gusta Ilêwasi, pero no sólo como organización sino como familia, una familia cuya casita azul acoge a cualquier persona que comparta su espíritu, un espíritu activo en defensa de los derechos de la infancia y adolescencia.
Puede que no sea lo común, un estudiante de derecho que en vez de haber optado por un buffet de abogados o juzgados haya elegido realizar su formación práctica en una ONG como es Ilêwasi, pero me ha aportado tanto en tan poco tiempo que he afianzado muchos de los conocimientos teóricos abstractos adquiridos durante la carrera y me ha obligado personalmente a formarme en determinados ámbitos que desconocía o que había leído por encima.
Otra característica a destacar es el ambiente de trabajo y el equipo multidisciplinar que forma Ilêwasi. Equipo multidisciplinar con una esencia intercultural bestial que hace que el trabajo pueda abordarse desde diferentes puntos de vista y se desarrolle con mucha ilusión y conciencia de lo que se realiza, con un compromiso social impresionante.
Finalmente, quiero dar las gracias a todas ellas, que han hecho que mi esfuerzo y mi trabajo hayan sido eficientes sintiéndome en casa y dándome consejos tanto profesionales como de la propia vida.
Acabaré citando a un referente de vida y un compatriota, que con sus actos y palabras han inspirado mi trayectoría educativa y refleja, en parte, el trabajo de la casita azul:
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